" Somos una terrible mezcla de ácidos nucleicos y de recuerdos, de deseos
y de proteínas" Francois Jakob.( Nobel
de Medicina 1965).
El objetivo del trabajo es tratar
de diferenciar desde la medicina y el psicoanálisis ese soporte tan propio, sensitivo y fuera de su
control que es el cuerpo para el humano.
Hay un saber de la medicina, que se
refiere al organismo y es un saber efectivo que concierne a un real biológico.
Es un saber que lleva al humano a
ser observado, medido, calculado, a expensas de todas las maneras que la
tecnología pone a disposición de la medicina para investigar y curar las
enfermedades, que nos aquejan o mejor aun de cómo prevenirlas.
Saber que en su despliegue, munido
de una tecnología altamente
complejizada, va calculando, realizando
en un constante avance hacia lo real una dimensión casi imposible, y que al
final se patentiza en un poder económico avasallador.
La vida tiene el valor de la
adquisición de los medios efectivos para hacerla funcionar adecuadamente.
Saber fundante que ha permitido al
hombre la producción de una entidad, de la que carecía el hombre primitivo.
La vejez, eso tan temido y angustiante
para el hombre moderno resultó ser la
mejor manera de postergar la muerte.
Ese salto maravilloso posibilitado
por la medicina y el mejoramiento de las condiciones de vida, también ha
devenido como catastrófico problema para las instituciones sociales que ya no
saben que hacer con los ancianos.
El psicoanálisis tiene un saber,
que se ocupa de un cuerpo que no es real, sino también simbólico e imaginario.
No es un discurso explicito como el
discurso medico.
El saber del cuerpo para ser
operante en psicoanálisis no debe ser un saber efectivo sino supuesto, cuerpo
que se irá articulando en el discurso, que a su vez ira transformando un
cuerpo.
La subjetividad será el laboratorio
de la empresa analítica.
El cuerpo tiene que ver con la
verdad y la palabra y se articula con lo inconsciente.
Es una sustancia gozante.
La biología molecular, que junto a
la genética se han transformado en las disciplinas piloto del saber
médico, a traído nuevas nociones y
conceptos de lo que entendemos como cuerpo
viviente.
La última determinación no la vamos a
encontrar ni en el núcleo ni en el citoplasma de la célula, sino en un sistema
complejo pero extremadamente coordinado de dinámicas reguladoras que operan
simultáneamente en todos los niveles desde la activación de la trascripción de
la activación proteínica, de las comunicaciones intracelulares hasta el
organismo en su totalidad.
Ya lo viviente venia en cuestión,
en tanto no se adecuaba a la segunda ley de la termodinámica, la ley que dice
que la entropía siempre aumenta.
La entropía mide el grado de
degradación de la energía, es decir que en un sistema en el que tiene lugar
cualquier tipo de proceso, la calidad de la energía tiende a disiparse, se
incrementa la entropía.
La pregunta central era de cómo un
organismo viviente podía producir transformaciones tan eficaces ( la del calor
solar en fuerza motriz propia) sin
disipación de su energía.
El cuerpo animal no actúa como la
lógica indica que funciona una máquina termodinámica. Es un ser
contraentropico.
Hubo entonces que redefinir a los
organismos vivientes, como sistemas abiertos de no-equilibrio
termodinámicamente hablando.
Y de golpe él limite de lo
viviente, no es la piel exterior del organismo, sino el perímetro externo de un
sistema termodinámico cerrado, lo suficientemente grande para englobar los
sustratos energéticos requeridos para la
respiración y el metabolismo.
Schroedinger, el padre de la
mecánica quántica, señala que el rasgo característico de la vida, es su
resistencia al deterioro, no su capacidad de reproducción o crecimiento, sino
su aptitud para seguir funcionando durante tanto tiempo, y esto solo lo lograba
“bebiendo orden”, incorporando información en un medio apropiado, liberarse de
la entropía es su condición de vida.
El cuerpo se ha transformado de
manera irreversible, fundamentalmente en el discurso biológico.
Su verdadera importancia era no
tanto porque vivía sino porque no se moría.
Como lo señala la bióloga Fox Kéller, el cuerpo par la biología moderna, como la
molécula de ADN, y también como el moderno cuerpo cooperativa o político, se ha
convertido en una parte más de una red informacional, ora máquina, ora mensaje,
siempre listos para el intercambio, cada cual por el otro.
Al imaginarlo como una computadora,
una red de procesamientos de información
o un transductor de insumos y productos múltiples, no solo evoca nuevas formas
de pensar, hablar y hacer, este cuerpo, que ya no es un nuevo tipo de cuerpo, ya es el cuerpo de una
nueva máquina.
Como lo señala Lacan “ es muy
curioso decir el hombre tiene un cuerpo”, también se podría decir que el
cuerpo en el sentido que la palabra adquirió actualmente- tiene a un hombre. Y
es muy posible que este cuerpo tenga aferrado al hombre con más fuerza de la
que nunca ejerció ningún cuerpo materno.
Es interesante pensar que para la
medicina, los aportes del psicoanálisis
sobre el cuerpo fueron prácticamente nulos.
El cuerpo biológico, centro propio
de la medicina queda totalmente por fuera de la teoría psicoanalítica.
Que es el cuerpo para el psicoanálisis?
Paradójicamente es algo con lo que no se nace. Es algo del
orden de la construcción. Lo viviente no es el cuerpo. No es un dato primario, tiene un estatuto
subordinado.
Primera distinción, entre lo
viviente, el organismo, lo biológico, hasta él límite de su formalización, y el
cuerpo para el psicoanálisis, la evanescencia de la carne tocada por la
histeria, o mortificado por lo psicosomático.
El cuerpo nace mirándose al espejo.
Son necesarios un cachorro humano, una gestalt visual, y un soporte significante
para que el acto tenga lugar. Hay una unidad, o por lo menos una expectativa
fuerte para la posibilidad humana.
Hay por un lado un organismo
discordante, prematuro, siempre al borde del despedazamiento y por otro una
unidad tranquilizante, lograda por un cuerpo organizado por la imagen.
Y entonces muy tardíamente el niño
va teniendo un cuerpo, con una organización suficiente, para empezar a soportar
ser miembro la cultura.
La discordancia no solo es del
cuerpo, también la teoría que quiere formalizarla se encuentra entre sus
pliegues.
Va a decir también que es la cadena
significante lo que introduce el discurso en el organismo, y en él limite mismo, que el organismo animal
ya tenia una cohesión que se pierde con el ingreso del significante.
El cuerpo, es el cuerpo de lo
simbólico, el lenguaje en tanto sistemas de relaciones internas.
El concepto de entropía, podemos
rastrearlo allí, donde Freud reflexiona sobre la viscosidad de la libido, esa
renuencia que tiene la libido de abandonar los puntos de fijación.
Las vicisitudes de la pulsion, ser
chupado, cagado, gritado y mirado, constituyen
los modos primarios de satisfacciones pasivas, que nos remontan al
autoerotismo.
Ese acantonamiento de la libido,
que Lacan denomina goce, es precisamente la entropía que el organismo debe
vaciar, haciéndola pasar a goce fálico.
El psicoanálisis no es un
idealismo, tiene su plena materialidad significante, y esto le permite ubicarse
entre las ciencias.
Lo simbólico es verdaderamente un
cuerpo, que va ha hacer cuerpo de una sustancia viviente.
Se
tratará entonces de la modalizaciones de esta incorporación, allí en esa
particular manera, conque cada sujeto va resolver los avatares de su ingreso al
mundo de lo humano, como debemos rastrear el comienzo de la incidencia del
inconsciente sobre el cuerpo, pero también las marcas enigmáticas con que se
van a inscribir la psicosis y el fenómeno psicosomático.
El cuerpo, es un atributo, no es nuestro ser mismo, como
sujetos del significante estamos
separados de él, hasta lo
podemos hacer prescindible.
Él sujeto es alguien del que se
habla antes de nacer y permanece allí después de su muerte, cuando ya su cuerpo
no existe pero está sostenido en los significantes de su memoria.
Los sujetos persisten en sus
escritos, como en las inscripciones de sus lápidas.
El lenguaje nos atribuye un cuerpo
y después al unificarlo nos permite usufructuarlo.
La acción significante es
devitalizante para lo viviente, lo viviente no entra en el significante sino a
sus expensas.
El cuerpo debe vaciarse de goce, su
persistencia como goce de la cosa, nos
asegura la enfermedad.
Pero también en su efecto de marca
el lenguaje es quien nos atribuye los órganos. Es así como la función simbólica
va reemplazar a la anatomía, en tanto destino del sexo de lo humano.
Será su inscripción fálica lo que
va a decidir el mismo.
Es en su manera de afectar el
cuerpo como incide pero aun más es él limite de su goce, como muerde esa carne
y que hace con ella.
Muchos de los misterios actuales
quizás puedan aclararse en la línea de
pensar el funcionamiento de las moléculas como simbólico, esto es como
registros, códigos o señales, una molécula
se convierte en un mensaje, solo en un contexto más amplio de coacciones
físicas, que también podría denominarse un lenguaje.
Lo Simbólico nos arrastra desde el
código genético, combinatoria de cuatro
radicales químicos, a lo más propio de la lengua combinatoria de los fonemas y
finalizando en la configuración de los hexagramas del I Ching, El Libro de las
transformaciones, tan parecido al sistema de Leibniz, y a la disposición
molecular del ADN.
Pero frente al registro de lo Real,
esa roca dura que limita el accionar de lo simbólico,
eso tan difícil de pensar para la
medicina, pone al psicoanálisis en el limite preciso de su imposibilidad, pero
también de su plena capacidad transformadora.