Todo buque que se precie, sabe que su mejor destino es encallar y naufragar.
Cuando nací, ya existía el asfalto, letras de molde, conversaciones telefónicas, leyes y circos ambulantes. En este momento de mi vida, no me puedo ir de este mundo sin devolver algo de lo que la cultura me dio e hizo de mi. Es decir que el procesamiento de todo lo que recibí debe ser transmitido de alguna manera.
Empezando con mi ideología es decir con aquello que venía impreso en las proteínas de la leche de mi madre. Y que ahora me delatan al escribir estas líneas.
Un blog o un cuaderno de bitácora, es la forma que más me cabe para ese intento. Versará sobre el psicoanálisis en primer término, que me permitió varias vidas. Y al que vivió varias vidas le tocan varias muertes. Eso sí, las muertes que vengan, pero sin drama más bien con humor.
Contendrá algo de literatura , de cine, de ciencia y de todo aquello que mi curiosidad y mi estética me permitan.
Estamos hecho de letras acodadas por carne triturada por un real que siempre nos recuerda nuestro origen carroñero. Algo de esto se verán en este intento. Por lo demás incluiré también todos los escritos de aquellos que me gusten y me lo permitan.

sábado, 25 de septiembre de 2010

La sublimación. El deseo y la creatividad.



Toda reflexión acerca de la sublimación debería plantearse en primer lugar, que categoría la define, o sea si es un concepto y cual es su status de validación en  la teoría psicoanalítica.
Para ello debemos localizarlo en que posición se ubica en la clínica y su conexión con el resto de los conceptos.
Por la ambigüedad con que es tratado en los textos  y por el enfoque de su relación con las practicas artísticas se corre el riesgo de ver en la sublimación un simple destino de la pulsion y no como lo señala M. Menassa, un mecanismo fundamental en la creación de la civilización.
Para sublimar  el sujeto necesita libido que se le sustrae al objeto amoroso y deviene como libido narcisista, es decir  energía del yo.
El narcisismo es absolutamente  necesario pues de él parten  las energías de la sublimación.
La sublimación procede un desvío de la libido  que en lugar de quedarse en el yo, se transforma en producto social, o sea  todo  aquello que   tenga  como destino  alguien a quien realmente no conozco.
El amor también esta en el comienzo de todo.
Amar es dar lo que no tengo a quien no es, o sea la sublimación es el mecanismo psíquico en el cual se asienta la producción de civilización.
El hombre tuvo que aprender a generar  las palabras frente a la necesidad de transformar la naturaleza, se vio forzado  ha hablar, es decir sublimar, abandonar su condición animal para dar comienza a la civilización.
El narcisismo es fundamental en la creación de la historia, porque esa energía que esta en mi propio yo, en lugar de seguir amándome a sí mismo va a hacer una producción social, de carácter civilizador.
La energía que se gasta en el proceso, es energía que no sirve para nada, es la que invierto en mi propio amor, no le quito nada a nadie, solo resto algo que solo ilusoriamente me da utilidad.
La escuela Kleiniana toma el concepto de sublimación como una función restitutiva, es una reparación simbólica de las lesiones imaginarias introducida en la imagen fundamental del cuerpo materno.
La sublimación debemos delimitarla en primer lugar de la idealización.
Este es un proceso concerniente al objeto y en virtud del cual este es engrandecido y exaltado psíquicamente, sin que se cambie su naturaleza.
La idealización es posible tanto, en el ámbito del yo como en la libido objetal.
Para Freud  la sublimación queda totalmente por fuera de ideal del yo y quedando impedido por esto de cualquier asimilación a algo que imaginariamente se pretenda como “soberano bien”.
Lacan retoma el concepto en el seminario de la Etica y sigue a Freud al subrayar como fundamental el reconocimiento social puesto que puede decirse que las pulsiones han sido sublimadas en la medida que se han desviado hacia objetos socialmente valorados.
Y es esta dimensión de los valores sociales compartidos lo que permite ligar el concepto de sublimación con el estudio de la Etica.
Freud  pensaba que la sublimación completa era posible para algunas personas particularmente refinadas o cultas en cambio para Lacan  la sublimación completa, no es posible para el sujeto.
En Freud la sublimación plantea una nueva orientación de la pulsion hacia un objeto no sexual.
Para Lacan lo que cambia no es el objeto sino su posición en la estructura del fantasma.
La sublimación no supone dirigir la pulsion hacia un objeto diferente, sino cambiar la naturaleza del objeto donde la pulsion ya de antes se dirigía, “un cambio del objeto en si”, algo que resulta posible porque la pulsion “ ya de antes esta profundamente marcada por la articulación significante”.
La cualidad sublime de un objeto no se debe entonces a alguna propiedad intrínseca del objeto mismo sino que es simplemente efecto de la posición del objeto en la estructura simbólica del fantasma.
La sublimación reubica un objeto en la posición de la Cosa, eleva un objeto a la dignidad de la Cosa según la expresión lacaniana.
La Cosa  como algo de lo exterior, como extranjero, asimilado a lo interno, caracterizándose como imposible de imaginar.
La pulsion rodea al objeto “a” y este se constituye como causa del deseo.
Y allí precisamente en esta cosa intima y ajena, en ese vacío interior queda vinculado directamente con el surgimiento del significante, y alrededor del cual el sujeto crea y se constituye como tal.
El Das Ding como el territorio del objeto prohibido del deseo incestuoso.
Por el camino del encuentro entre el objeto estructurado en la relación narcisista, es decir imaginaria  y el otro objeto “a” que llega a constituirse como ausente solo con la aparición de un sustituto,  y que queda designado como imagen de “a” en tanto aporta una imagen que sostiene y cubre la ausencia del objeto perdido.
Entre estos dos objetos, en la pendiente de esa diferencia entre ellos se constituye la sublimación.
En este conflictivo espacio, se generan las condiciones de posibilidad de que la creación pueda hacer surgir algo a partir de la nada, o sea la generación de un significante nuevo.
Lo creado, reconoce en su belleza, la transmutación que realiza la función sublimatoria, puede entonces encontrar el lugar para el reconocimiento social que tanto par Freud como para Lacan era un elemento fundamental del concepto.
Los caminos sublimatorios pueden ser múltiples, el arte la ciencia y la religión  eran señalados por Freud como los únicos espacios por donde solamente pocos hombres eran capaces de transitar.
Lacan viene a señalar que la sublimación completa para el sujeto es imposible. Pero es en el dominio de la creación artística y fundamentalmente en el arte literario, donde la poesía es puesta en el centro propio de la sublimación.
El acto sublimatorio es capaz de crear en el propio vacío un objeto que pueda trasformar lo siniestro, con  que la presencia de lo real amenaza al sujeto.
En este lugar, el humor, es también un nombre de la sublimación, pues  permite al sujeto surcar la experiencia de la escisión fundamental sin entrar en situación de horror.

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