Todo buque que se precie, sabe que su mejor destino es encallar y naufragar.
Cuando nací, ya existía el asfalto, letras de molde, conversaciones telefónicas, leyes y circos ambulantes. En este momento de mi vida, no me puedo ir de este mundo sin devolver algo de lo que la cultura me dio e hizo de mi. Es decir que el procesamiento de todo lo que recibí debe ser transmitido de alguna manera.
Empezando con mi ideología es decir con aquello que venía impreso en las proteínas de la leche de mi madre. Y que ahora me delatan al escribir estas líneas.
Un blog o un cuaderno de bitácora, es la forma que más me cabe para ese intento. Versará sobre el psicoanálisis en primer término, que me permitió varias vidas. Y al que vivió varias vidas le tocan varias muertes. Eso sí, las muertes que vengan, pero sin drama más bien con humor.
Contendrá algo de literatura , de cine, de ciencia y de todo aquello que mi curiosidad y mi estética me permitan.
Estamos hecho de letras acodadas por carne triturada por un real que siempre nos recuerda nuestro origen carroñero. Algo de esto se verán en este intento. Por lo demás incluiré también todos los escritos de aquellos que me gusten y me lo permitan.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El I Ching y la genética.

El I Ching, o el  libro de las mutaciones, es un sistema simbólico, pudiendo deducirse de sus relaciones, la diversidad del mundo viviente.
El sistema descrito se basa en un juego de relaciones  entre dos principios opuestos  Yang, masculino  y Yin, femenino
Estos dos principios Yang y Yin se distribuyen en parejas  hasta formar cuatro tipos  de diagrama.  Estas cuatro estructuras se combinan por tres para formar 64 hexagramas y cada hexagrama representa aspectos fundamentales de la vida.
Cuando el I Ching llego a manos de Leibniz, este se sorprendió maravillado al descubrir  que el libro definía  un sistema binario similar al que acababa de inventar.
Existe una correspondencia entre el orden “natural” del I Ching y el código genético.
Pues si se asimila convenientemente cada uno de los cuatro diagramas chinos a cada uno de los cuatro pares de radicales químicos  que componen el ADN, cada hexagrama equivale a uno de los tripletes genéticos.
Esta analogía nos lleva a pensar en alguna articulación posible también entre la genética como código de transmisión y el lenguaje.  Para comenzar tendremos que preguntarnos por el significante. Y en todo caso ¿Cuál es la química significante?
El  orden simbólico no es equiparable exactamente al lenguaje.
El lenguaje además de la dimensión simbólica, involucra también las dimensiones de lo imaginario y de lo real.
La dimensión simbólica del lenguaje es el significante, en donde los elementos no tienen existencia positiva, sino que están puramente constituidos por sus diferencias mutuas.
El orden simbólico es también el reino de la muerte, de la ausencia y de la falta. Es completamente autónomo, no es una superestructura determinada por la biología o la genética, es contingente con respecto a lo real. Los símbolos no provienen de lo real.
Desde un principio hay un universo de símbolos, y el orden simbólico es el determinante de la subjetividad y siendo el reino de lo imaginario de imágenes y apariencias, solo un efecto de lo simbólico.
Si bien el código genético es constituyente de todo lo que se llama viviente, y que permanece protegido de toda influencia ambiental, es solo en el ser humano donde se modifica estructuralmente, por acción de lo simbólico.
El mecanismo íntimo de esta transformación estaría  dado por un mas allá de la homologia entre  la estructura del código genético y el del lenguaje en tanto tendría una sobredeterminación inconciente.
Esto permitiría que un significante toque de alguna manera una proteína, que puede desencadenar una patología o iniciar un proceso de reparación.
En la química biología, vamos a observar un determinismo que nos viene dado por la combinatoria genética, en cambio en la química significante no hay tal determinismo biológico, ni siquiera podemos definirla por su opuesto, una indeterminación azarosa. Tendremos que pensar en un mas allá de esta polaridad y retomar el concepto de sobredeterminación, que va a tener el poder de abarcar y modificar las estructuras biológicas.
La sobredeterminación no es causa sino efecto.
Lo determinado o lo indeterminado son causas de realidades posibles y es así como se ha movido todo el cientificismo hasta el momento.
El psicoanálisis nos viene a despejar la cuestión de la causa a la que da  como perdida,  con la caída de La Cosa y la apertura al mundo del lenguaje ya que lo que queda es el Nombre de la Cosa.
Después de haber pasado en el recorrido histórico desde la flecha unidireccional de La Interpretación de los Sueños en la construcción del primer aparato psíquico, a las múltiples causas que generan tal efecto y se habló de la multipledeteminación, concepto que  alcanzó para dar cuenta del pre-consciente y que no alcanzó para definir la novedad alcanzada, el Inconsciente.
Así fue que tuvo que ser cambiada la unidireccionalidad de la flecha  y se partió desde el efecto para ir a buscar la causa. Se empleó el tiempo de la recurrencia que fue de ahí en mas el tiempo del Inconsciente y la causa no pudo ser determinada ni indeterminada porque la causa fue una inexistencia o mejor dicho una ex – sistencia. Se definió que la causa es el deseo Inconsciente pero se dijo que el deseo es su Interpretación, por lo tanto el Inconsciente no ex – siste a menos que sea interpretado.
Lo simbólico permite trasformaciones del orden corporal solo en el ser humano, en tanto que todos los demás entes (animales etc.) no se dejan influenciar estructuralmente por acción de la palabra.
Roberto Molero. 2004.

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