Todo buque que se precie, sabe que su mejor destino es encallar y naufragar.
Cuando nací, ya existía el asfalto, letras de molde, conversaciones telefónicas, leyes y circos ambulantes. En este momento de mi vida, no me puedo ir de este mundo sin devolver algo de lo que la cultura me dio e hizo de mi. Es decir que el procesamiento de todo lo que recibí debe ser transmitido de alguna manera.
Empezando con mi ideología es decir con aquello que venía impreso en las proteínas de la leche de mi madre. Y que ahora me delatan al escribir estas líneas.
Un blog o un cuaderno de bitácora, es la forma que más me cabe para ese intento. Versará sobre el psicoanálisis en primer término, que me permitió varias vidas. Y al que vivió varias vidas le tocan varias muertes. Eso sí, las muertes que vengan, pero sin drama más bien con humor.
Contendrá algo de literatura , de cine, de ciencia y de todo aquello que mi curiosidad y mi estética me permitan.
Estamos hecho de letras acodadas por carne triturada por un real que siempre nos recuerda nuestro origen carroñero. Algo de esto se verán en este intento. Por lo demás incluiré también todos los escritos de aquellos que me gusten y me lo permitan.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Aunque sea el único.


Cuento. Roberto Molero. Septiembre 2001


La chirriante frenada y un golpe sordo aunque atenuado, bastó para perturbarle la mañana.
Casi alcanzó a intuir, más que  mirar, el pequeño y elíptico vuelo y su caída, en un ángulo que en la mirada  de un medico, era de mal ver.
Los ruidos de la calle parecían haberse disuelto. Todo por un instante se había detenido.
La mañana tenía  más luz, que lo debido.
Pensó en ese hombre tirado,  quieto, un tanto desparramado, boca arriba, sumamente quieto.
La gente se le aproximo lentamente, temerosamente.
Yo no me moveré, se dijo, que sean otros esta vez, en demasiadas ocasiones en su vida había estado en la atención de esos casos.
Que ayuden otros. Ya alguien llamaba por un celular a la ambulancia.
Pero se sintió inquieto, casi culpable, la insistencia del  contacto con la sangre, en la guardia le había terminado produciendo repugnancia.
Ahora que sean otros los responsables.
Un pensamiento obsesivo le surgió en un extremo de su conciencia.
Si no hubiese nadie en ese lugar, seria capaz de acercarse?Tendría compasión por el otro?
Se respondió que no. Aunque sea el único, el no lo haría.
Se iría. Correría avergonzado pero resuelto a cualquier lugar. Si estuviese su madre se refugiaría en  ella.
Que se joda, por ofrendar así su vida a la industria automotriz.
Por estar distraído. Seguro que es un ser miserable con sus pasiones.
Y con sus empleados y con sus amores. Bueno, que en la terapia lo remienden si pueden. Yo no tengo nada que ver con eso.
Estas ideas lo atormentaron fugazmente. Sintió seca la  boca.
Intento buscar un cigarrillo y allí, en la imposibilidad de hacerlo descubrió con horror que no podía moverse, que estaba mirando el cielo, que tanta luz era un siniestro presagio, que el asfalto le dolía en la nuca, que se estaba muriendo, que no podría ya almorzar.

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