Todo buque que se precie, sabe que su mejor destino es encallar y naufragar. Cuando nací, ya existía el asfalto, letras de molde, conversaciones telefónicas, leyes y circos ambulantes. En este momento de mi vida, no me puedo ir de este mundo sin devolver algo de lo que la cultura me dio e hizo de mi. Es decir que el procesamiento de todo lo que recibí debe ser transmitido de alguna manera. Empezando con mi ideología es decir con aquello que venía impreso en las proteínas de la leche de mi madre. Y que ahora me delatan al escribir estas líneas. Un blog o un cuaderno de bitácora, es la forma que más me cabe para ese intento. Versará sobre el psicoanálisis en primer término, que me permitió varias vidas. Y al que vivió varias vidas le tocan varias muertes. Eso sí, las muertes que vengan, pero sin drama más bien con humor. Contendrá algo de literatura , de cine, de ciencia y de todo aquello que mi curiosidad y mi estética me permitan. Estamos hecho de letras acodadas por carne triturada por un real que siempre nos recuerda nuestro origen carroñero. Algo de esto se verán en este intento. Por lo demás incluiré también todos los escritos de aquellos que me gusten y me lo permitan.
Toda reflexión acerca de la sublimación debería plantearse en primer
lugar, que categoría la define, o sea si es un concepto y cual es su status de
validación en la teoría psicoanalítica.
Para ello debemos localizarlo en que posición se ubica en la clínica y
su conexión con el resto de los conceptos.
Por la ambigüedad con que es tratado en los textos y por el enfoque de su relación con las
practicas artísticas se corre el riesgo de ver en la sublimación un simple
destino de la pulsion y no como lo señala M. Menassa, un mecanismo fundamental
en la creación de la civilización.
Para sublimar el sujeto necesita
libido que se le sustrae al objeto amoroso y deviene como libido narcisista, es
decir energía del yo.
El narcisismo es absolutamente
necesario pues de él parten las
energías de la sublimación.
La sublimación procede un desvío de la libido que en lugar de quedarse en el yo, se
transforma en producto social, o sea
todo aquello que tenga
como destino alguien a quien
realmente no conozco.
El amor también esta en el comienzo de todo.
Amar es dar lo que no tengo a quien no es, o sea la sublimación es el
mecanismo psíquico en el cual se asienta la producción de civilización.
El hombre tuvo que aprender a generar
las palabras frente a la necesidad de transformar la naturaleza, se vio
forzado ha hablar, es decir sublimar,
abandonar su condición animal para dar comienza a la civilización.
El narcisismo es fundamental en la creación de la historia, porque esa
energía que esta en mi propio yo, en lugar de seguir amándome a sí mismo va a
hacer una producción social, de carácter civilizador.
La energía que se gasta en el proceso, es energía que no sirve para
nada, es la que invierto en mi propio amor, no le quito nada a nadie, solo
resto algo que solo ilusoriamente me da utilidad.
La escuela Kleiniana toma el concepto de sublimación como una función
restitutiva, es una reparación simbólica de las lesiones imaginarias
introducida en la imagen fundamental del cuerpo materno.
La sublimación debemos delimitarla en primer lugar de la idealización.
Este es un proceso concerniente al objeto y en virtud del cual este es
engrandecido y exaltado psíquicamente, sin que se cambie su naturaleza.
La idealización es posible tanto, en el ámbito del yo como en la libido
objetal.
Para Freud la sublimación queda
totalmente por fuera de ideal del yo y quedando impedido por esto de cualquier
asimilación a algo que imaginariamente se pretenda como “soberano bien”.
Lacan retoma el concepto en el seminario de la Etica y sigue a Freud al
subrayar como fundamental el reconocimiento social puesto que puede decirse que
las pulsiones han sido sublimadas en la medida que se han desviado hacia
objetos socialmente valorados.
Y es esta dimensión de los valores sociales compartidos lo que permite
ligar el concepto de sublimación con el estudio de la Etica.
Freud pensaba que la sublimación
completa era posible para algunas personas particularmente refinadas o cultas
en cambio para Lacan la sublimación
completa, no es posible para el sujeto.
En Freud la sublimación plantea una nueva orientación de la pulsion
hacia un objeto no sexual.
Para Lacan lo que cambia no es el objeto sino su posición en la
estructura del fantasma.
La sublimación no supone dirigir la pulsion hacia un objeto diferente,
sino cambiar la naturaleza del objeto donde la pulsion ya de antes se dirigía,
“un cambio del objeto en si”, algo que resulta posible porque la pulsion “ ya
de antes esta profundamente marcada por la articulación significante”.
La cualidad sublime de un objeto no se debe entonces a alguna propiedad
intrínseca del objeto mismo sino que es simplemente efecto de la posición del
objeto en la estructura simbólica del fantasma.
La sublimación reubica un objeto en la posición de la Cosa, eleva un
objeto a la dignidad de la Cosa según la expresión lacaniana.
La Cosa como algo de lo
exterior, como extranjero, asimilado a lo interno, caracterizándose como
imposible de imaginar.
La pulsion rodea al objeto “a” y este se constituye como causa del
deseo.
Y allí precisamente en esta cosa intima y ajena, en ese vacío interior
queda vinculado directamente con el surgimiento del significante, y alrededor
del cual el sujeto crea y se constituye como tal.
El Das Ding como el territorio del objeto prohibido del deseo
incestuoso.
Por el camino del encuentro entre el objeto estructurado en la relación
narcisista, es decir imaginaria y el
otro objeto “a” que llega a constituirse como ausente solo con la aparición de
un sustituto, y que queda designado como
imagen de “a” en tanto aporta una imagen que sostiene y cubre la ausencia del
objeto perdido.
Entre estos dos objetos, en la pendiente de esa diferencia entre ellos
se constituye la sublimación.
En este conflictivo espacio, se generan las condiciones de posibilidad
de que la creación pueda hacer surgir algo a partir de la nada, o sea la
generación de un significante nuevo.
Lo creado, reconoce en su belleza, la transmutación que realiza la
función sublimatoria, puede entonces encontrar el lugar para el reconocimiento
social que tanto par Freud como para Lacan era un elemento fundamental del
concepto.
Los caminos sublimatorios pueden ser múltiples, el arte la ciencia y la
religión eran señalados por Freud como
los únicos espacios por donde solamente pocos hombres eran capaces de
transitar.
Lacan viene a señalar que la sublimación completa para el sujeto es
imposible. Pero es en el dominio de la creación artística y fundamentalmente en
el arte literario, donde la poesía es puesta en el centro propio de la
sublimación.
El acto sublimatorio es capaz de crear en el propio vacío un objeto que
pueda trasformar lo siniestro, con que
la presencia de lo real amenaza al sujeto.
En este lugar, el humor, es también un nombre de la sublimación,
pues permite al sujeto surcar la
experiencia de la escisión fundamental sin entrar en situación de horror.
La chirriante
frenada y un golpe sordo aunque atenuado, bastó para perturbarle la mañana.
Casi alcanzó
a intuir, más que mirar, el pequeño y
elíptico vuelo y su caída, en un ángulo que en la mirada de un medico, era de mal ver.
Los ruidos de la calle parecían haberse disuelto. Todo por un instante
se había detenido.
La mañana tenía más luz, que lo
debido.
Pensó en ese
hombre tirado, quieto, un tanto
desparramado, boca arriba, sumamente quieto.
La gente se
le aproximo lentamente, temerosamente.
Yo no me
moveré, se dijo, que sean otros esta vez, en demasiadas ocasiones en su vida
había estado en la atención de esos casos.
Que ayuden
otros. Ya alguien llamaba por un celular a la ambulancia.
Pero se
sintió inquieto, casi culpable, la insistencia del contacto con la sangre, en la guardia le
había terminado produciendo repugnancia.
Ahora que
sean otros los responsables.
Un
pensamiento obsesivo le surgió en un extremo de su conciencia.
Si no
hubiese nadie en ese lugar, seria capaz de acercarse?Tendría compasión por el
otro?
Se respondió
que no. Aunque sea el único, el no lo haría.
Se iría.
Correría avergonzado pero resuelto a cualquier lugar. Si estuviese su madre se
refugiaría en ella.
Que se joda,
por ofrendar así su vida a la industria automotriz.
Por estar
distraído. Seguro que es un ser miserable con sus pasiones.
Y con sus
empleados y con sus amores. Bueno, que en la terapia lo remienden si pueden. Yo
no tengo nada que ver con eso.
Estas ideas
lo atormentaron fugazmente. Sintió seca la
boca.
Intento
buscar un cigarrillo y allí, en la imposibilidad de hacerlo descubrió con
horror que no podía moverse, que estaba mirando el cielo, que tanta luz era un
siniestro presagio, que el asfalto le dolía en la nuca, que se estaba muriendo,
que no podría ya almorzar.
El I Ching, o el libro de las mutaciones, es un sistema simbólico, pudiendo deducirse de sus relaciones, la diversidad del mundo viviente.
El sistema descrito se basa en un juego de relaciones entre dos principios opuestos Yang, masculino y Yin, femenino
Estos dos principios Yang y Yin se distribuyen en parejas hasta formar cuatro tipos de diagrama. Estas cuatro estructuras se combinan por tres para formar 64 hexagramas y cada hexagrama representa aspectos fundamentales de la vida.
Cuando el I Ching llego a manos de Leibniz, este se sorprendió maravillado al descubrir que el libro definía un sistema binario similar al que acababa de inventar.
Existe una correspondencia entre el orden “natural” del I Ching y el código genético.
Pues si se asimila convenientemente cada uno de los cuatro diagramas chinos a cada uno de los cuatro pares de radicales químicos que componen el ADN, cada hexagrama equivale a uno de los tripletes genéticos.
Esta analogía nos lleva a pensar en alguna articulación posible también entre la genética como código de transmisión y el lenguaje. Para comenzar tendremos que preguntarnos por el significante. Y en todo caso ¿Cuál es la química significante?
El orden simbólico no es equiparable exactamente al lenguaje.
El lenguaje además de la dimensión simbólica, involucra también las dimensiones de lo imaginario y de lo real.
La dimensión simbólica del lenguaje es el significante, en donde los elementos no tienen existencia positiva, sino que están puramente constituidos por sus diferencias mutuas.
El orden simbólico es también el reino de la muerte, de la ausencia y de la falta. Es completamente autónomo, no es una superestructura determinada por la biología o la genética, es contingente con respecto a lo real. Los símbolos no provienen de lo real.
Desde un principio hay un universo de símbolos, y el orden simbólico es el determinante de la subjetividad y siendo el reino de lo imaginario de imágenes y apariencias, solo un efecto de lo simbólico.
Si bien el código genético es constituyente de todo lo que se llama viviente, y que permanece protegido de toda influencia ambiental, es solo en el ser humano donde se modifica estructuralmente, por acción de lo simbólico.
El mecanismo íntimo de esta transformación estaría dado por un mas allá de la homologia entre la estructura del código genético y el del lenguaje en tanto tendría una sobredeterminación inconciente.
Esto permitiría que un significante toque de alguna manera una proteína, que puede desencadenar una patología o iniciar un proceso de reparación.
En la química biología, vamos a observar un determinismo que nos viene dado por la combinatoria genética, en cambio en la química significante no hay tal determinismo biológico, ni siquiera podemos definirla por su opuesto, una indeterminación azarosa. Tendremos que pensar en un mas allá de esta polaridad y retomar el concepto de sobredeterminación, que va a tener el poder de abarcar y modificar las estructuras biológicas.
La sobredeterminación no es causa sino efecto.
Lo determinado o lo indeterminado son causas de realidades posibles y es así como se ha movido todo el cientificismo hasta el momento.
El psicoanálisis nos viene a despejar la cuestión de la causa a la que da como perdida, con la caída de La Cosa y la apertura al mundo del lenguaje ya que lo que queda es el Nombre de la Cosa.
Después de haber pasado en el recorrido histórico desde la flecha unidireccional de La Interpretación de los Sueños en la construcción del primer aparato psíquico, a las múltiples causas que generan tal efecto y se habló de la multipledeteminación, concepto que alcanzó para dar cuenta del pre-consciente y que no alcanzó para definir la novedad alcanzada, el Inconsciente.
Así fue que tuvo que ser cambiada la unidireccionalidad de la flecha y se partió desde el efecto para ir a buscar la causa. Se empleó el tiempo de la recurrencia que fue de ahí en mas el tiempo del Inconsciente y la causa no pudo ser determinada ni indeterminada porque la causa fue una inexistencia o mejor dicho una ex – sistencia. Se definió que la causa es el deseo Inconsciente pero se dijo que el deseo es su Interpretación, por lo tanto el Inconsciente no ex – siste a menos que sea interpretado.
Lo simbólico permite trasformaciones del orden corporal solo en el ser humano, en tanto que todos los demás entes (animales etc.) no se dejan influenciar estructuralmente por acción de la palabra.