Todo buque que se precie, sabe que su mejor destino es encallar y naufragar.
Cuando nací, ya existía el asfalto, letras de molde, conversaciones telefónicas, leyes y circos ambulantes. En este momento de mi vida, no me puedo ir de este mundo sin devolver algo de lo que la cultura me dio e hizo de mi. Es decir que el procesamiento de todo lo que recibí debe ser transmitido de alguna manera.
Empezando con mi ideología es decir con aquello que venía impreso en las proteínas de la leche de mi madre. Y que ahora me delatan al escribir estas líneas.
Un blog o un cuaderno de bitácora, es la forma que más me cabe para ese intento. Versará sobre el psicoanálisis en primer término, que me permitió varias vidas. Y al que vivió varias vidas le tocan varias muertes. Eso sí, las muertes que vengan, pero sin drama más bien con humor.
Contendrá algo de literatura , de cine, de ciencia y de todo aquello que mi curiosidad y mi estética me permitan.
Estamos hecho de letras acodadas por carne triturada por un real que siempre nos recuerda nuestro origen carroñero. Algo de esto se verán en este intento. Por lo demás incluiré también todos los escritos de aquellos que me gusten y me lo permitan.

sábado, 14 de agosto de 2010

Elogio a la rutina.

Conversando respecto a ocio, surgió que expectativas para las vacaciones era poder cambiar, o poder salir de la rutina.
El tema me pareció interesante porque en mis proyectos estivales se encontraba la idea de que yo buscaba todo lo contrario: estar en un sitio donde tuviera las suficientes rutinas como para que nada me planteara problemas e interfiriera con mi descanso.
En Corominas – (diccionario etimológico, versión breve) – y me encontré con lo siguiente:
RUTILANTE.Tomado del latín rutilians, rutilare “brillar como el oro”. De allí se derivan Rutina, rutinario, V. Romper.
El uso de la lengua concentra las contradicciones de una manera maravillosa. Así me sorprendí con rutina y romper. ¿No era que eran términos totalmente diferentes y que había que “romper la rutina”?
En mi concepto el progreso representa una ruptura, dejar de repetir una rutina para que aparezca otra respuesta para el mismo problema. Lo indudablemente paradojal es que esa respuesta plantea una nueva pregunta. Pero ¿no nos “arrutinamos” rápidamente en la nueva adquisición? ¿No es que en última instancia estamos buscando una nueva forma de rutina? ¿No es la rutina un pesado magma que va absorbiendo todos los progresos?
¿Los humanos somos seres inteligentes, sujetos del lenguaje, hecho que nos permite destruir nuestro habitat de una forma tan metódica que...si seguimos con este progreso vamos a lograr eliminar el planeta? Aunque siempre nos compararon con los simios, algunas veces me siento tentada de compararme con una hormiga. Una sociedad indestructible afanada en eso, en ser indestructible. Trabajan, se reproducen, trabajan, se reproducen e insisten en conductas instintivas ¿rutinarias? A mi entender ellas no progresan, se conservan.
Cada nueva propuesta diferente se convierte en progreso si, y sólo si, la sociedad la toma como rutina. Decía Freud respecto de la sublimación que lo era en tanto fuera socialmente aceptada. Siguiendo esta línea, si fuera conservada como adquisición...¿ no es así?
Podría también recordar el concepto de “energía libre” y “energía ligada” considerando que la energía ligada es la que se ha podido incorporar al sujeto. En este delirio “rutinesco” diríamos, se hizo rutina.
Tal las asociaciones provocadas para justificar la placentera rutina que para mi son las vacaciones, diferenciándolas de un viaje, por ejemplo, en el que se pretende que todo sea diferente....por lo que una regresa terriblemente cansada, anhelando unas vacaciones..
Creo que seria bueno diferenciar rutina de repetición, ya que desde un punto de vista psicoanalítico la repetición tiene que ver con la pulsión, mientras que la rutina es un recurso yoico de adaptación al mundo (a veces podría ser la rutina un recurso sumamente necesario frente a los graves casos de desorganización yoica, sabemos lo difícil de armarle una rutina a los pacientes graves).
También llaman rutina los bailarines a una coreografía establecida, y los músicos a los ejercicios para calentar los dedos – o los labios – y al instrumento.
Estamos plagados de rutinas que nos permiten dejar de volver de resolver problemas. Si tuviéramos que concentrarnos en cada lavado de dientes, abotonado de la ropa y otras pequeñeces, nuestra cabeza estaría más ocupada que la de Funes, el memorioso.
¡ Arriba la rutina!
Lic. Ethel Greizerstein.

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